por María Elena Solórzano
Fuiste un guerrero
y sin disparar una sola bala
ganaste muchas batallas
blandiendo como espada la
palabra.
Los guerreros van hacia el
Ilhuicatonatiuh
(el cielo donde transita el
peregrino Sol).
Como guerrero
acompañarás al astro en su camino
y resplandecerás entre sus ópalos
de fuego.
Si acaso llegas al Tlalocan
(donde Tláloc reparte sus dones a
la Tierra)
gozarás de las flores más bellas
y podrás libar en sus corolas la
esencia de la vida.
Degustarás semillas y frutos
suculentos.
Te sumergirás en sus aguas con
fulgores de amatista,
entre los chalchihuites del
lago mayor.
Dormirás con murmullos de cascada
y despertarás cuando los
Tlaloques
rompan sus cántaros para provocar
la lluvia.
Si llegaras al Tlalocan
verás reverdecer todas las ramas
y el jade te cubrirá los ojos.
Si siguieras el camino hacia el
Mictlan,
En la orilla del río te esperará
un perro bermejo,
Treparás en su lomo y llegarás a
la otra orilla,
El perrillo te reconocerá como
hombre de bien,
como constructor de puentes,
de ideas iridiscentes y firmes
decisiones.
Saldrás airoso de los nueve desafíos:
Tu ánima escapará del flechador.
De los vientos y tormentas de
granizo.
De las fieras que quieren devorar
tu corazón.
De la ciénaga y del verde caimán.
De la espesa calina que intenta detenerte.
Al llegar a lo más profundo del
Mictlan
Descansarás, descansarás.
Regresarás al mundo de los vivos.
Te convertirás en la niebla
que corona la sierra de Oaxaca,
en la bruma que cubre los pueblos
con su velo de nubes.
Llegarás otra vez a tus amados
pueblos
donde el eco de tu voz todavía se
escucha,
donde tus rebaños dejaron mágicas
semillas,
donde las palabras germinaron.
donde brotaron apasionadas flores.
Allí estás Emilio con tu sonrisa
blanca
y tu alma de ópalo y genciana.
Alguien seguirá tus huellas,
alguien algún día amará la poesía
tanto como tú.
Quizá renazcas en un sagrado
colibrí
y veré desde mi ventana
como vuelven a vibrar tus alas
entre el viento amarillo de la
tarde.
© Poema Ma. Elena Solorzano
© Foto Carmen Amato
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